Creadores de herramientas: Ayer con piedra, hoy con la IA
Desde hace unos 70,000 años, el ser humano moderno ha demostrado una capacidad única creando herramientas para adaptarse y sobrevivir en la naturaleza. Con inteligencia, manos hábiles y una profunda observación del entorno, nuestros antepasados eran capaces de transformar materiales como la piedra, el hueso o la madera en elementos funcionales como: puntas de jabalina, raspadores, cuchillos, agujas o lanzas.
Estas herramientas no eran solo extensiones del cuerpo; eran resultado de un proceso consciente, práctico y creativo. Crear y usar esas herramientas era una habilidad vital para todos. Lo más probable que algunos destacaban más por su precisión al fabricarlas y otros por su eficacia al usarlas, en general todos necesitaban saber ambas cosas para sobrevivir.
Esta relación entre uso y creación era enriquecedora; ya que cuanto más se utilizaba una herramienta, más se podía perfeccionar su diseño (algo que ocurre hasta el día de hoy).
1.Tecnología: parte natural del ser humano
La tecnología, en su forma más esencial, nace cuando el ser humano identifica un problema y crea una herramienta para resolverlo. Esa es una característica que nos distingue como especie.
Tallar piedras para cortar, afilar huesos para perforar, atar fibras para coser, etc. La capacidad de crear y aplicar herramientas fue siempre una competencia compartida, indispensable para la vida.
2. Un paréntesis en la historia: la producción en masa
Con el paso del tiempo y especialmente con la Revolución Industrial, la producción de herramientas se trasladó a las fábricas y grandes empresas. Muchas personas dejaron de crear y pasaron a ser consumidoras de productos hechos por otros.
Este cambio trajo avances, pero también una desconexión entre el problema, la solución y la mano humana que la fabricaba. Se perdió ese vínculo directo entre necesidad y creación.
3. IA y herramientas digitales: el regreso al creador activo
Hoy, con el avance de la inteligencia artificial y el surgimiento de plataformas accesibles, estamos regresando a ese poder primigenio para crear nuestras propias herramientas.
Gracias a soluciones no-code (programar sin saber código) y entornos intuitivos, cualquier persona puede:
– Automatizar procesos con asistentes digitales.
– Crear aplicaciones sin saber programar.
– Diseñar flujos personalizados para su trabajo, negocio o vida personal.
Esto no está reservado solo a expertos. Al igual que en el pasado, todos pueden -y deben- participar activamente en el uso de estas herramientas. Porque, como antes, una habilidad alimenta a la otra: al usarlas, aprendemos a mejorarlas; al crearlas, entendemos mejor cómo usarlas.
4. Crear y usar: dos habilidades humanas que se potencian
Ayer, como hoy, el dominio de las herramientas de IA es necesario y estratégico. Quien sabe usar correctamente una herramienta de IA, descubre cómo mejorarla.
Hoy, en la era digital, ambas habilidades vuelven a ser fundamentales. No basta con consumir tecnología. Necesitamos saber crear con ella y utilizarla de forma consciente y eficaz.
Y aunque algunos se destacarán -como siempre-, lo esencial es que todos podamos volver a ser creadores activos en esta nueva etapa de la civilización.
5. Un ciclo que se cierra con inteligencia
La historia humana se vuelve a alinear con su esencia. Creábamos con materiales como la piedra, luego delegamos; y ahora, gracias a la inteligencia artificial, volvemos a crear: no herramientas físicas, sino herramientas digitales personalizadas.
Y como hace milenios, la clave está en dominar ambas habilidades:
– Saber crear soluciones personalizadas
– Saber aprovecharlas al máximo
Crear herramientas y saber usarlas, no solo será una ventaja; es en esencia lo que nos hace humanos. Y hoy, con la inteligencia artificial al alcance de todos, tenemos una nueva oportunidad de recuperar ese poder.
“Porque quien crea y quien usa de forma consciente, es quien transforma y deja una huella en su entorno”.
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Comments (2)
Excelente artículo, felicitaciones Jorge
Hola Antoni, muchas gracias por tu comentario.